jueves, 10 de noviembre de 2011
Capítulo 74
Todo pasó tan rápido que no se como expresarlo, como a los dos días de haber llegado a casa cayó en cama mi señor don Quijote con una calentura enfermiza que hacía que la frente le hirviera. No sabía yo si algún resfriado había agarrado o si esto era algún tipo de desconsuelo por la derrota obtenida en Barcelona. Todos en la casa ,El bachiller, Sancho, El cura, El barbero, todos se encontraban en una desesperación total al verle tan cabizbajo; lo intentaban animar, más nada funcionaba. Yo decidí quedarme con el apoyarlo siempre ser el soporte fuerte y confiable que siempre fui, aunque nunca me pudo ver siempre estuve ahí para él. El doctor no vio muchas esperanzas de vida en don Quijote , pasado el medio día pidió que le dejasen solo y se quedó dormido, en un inicio creí que nunca más volvería a ver la luz en sus ojos, pero no fue así a las seis horas despertó. Gritaba que le había sucedido un milagro que ya era cuerdo y no loco. Yo no lo podía creer como se decía así mismo loco si nunca lo fue y nunca lo será. Solicitó inmediatamente que llamaran a un escribano para realizar su testamento y quería que el cura lo confesase. Una vez hecho esto el cura hizo que todo estuviéramos presentes para el testamento, el cura determinó que no le quedaba muchas horas de vida. Era un sentimiento indescriptible, como algo que siempre había estado tan vivaz , tan presente, tan propio , repentinamente se extinguiría. Le dejo pagó todas sus deudas a Sancho e incluso lo que le sobraba; y le pidió perdón por haberle hecho hacer esas locuras, a lo que Sancho le respondía que nunca fueron locuras y que sí lo fueron habrán sido las más bellas y memorables locuras. La propiedad a su sobrina fue entregada, y le permitió casarse con quien considerar que fuese digno de ella, sin embargo este esposo de ella no podría tener ningún afin a las novelas de caballerías de ser así se le despojaría a ella de todos sus vienes. Se le pagó a dueña todos los años de servicio. Y ahí cerró su testamento. Al lado de su cama me senté y la compañía de sus últimos minutos de vida gocé, todo lo que pasamos lo recuerdo bien siempre estará en mi memoria, por que siempre tendré un parte de Don Quijote de la Mancha en mí, y al sentir su ultimo soplido supe que ya se había ido y así cayó en mis brazos, el único e inigualable el cuerdo y jamás loco don Quijote de La Mancha.
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