A la mañana siguiente mientras dormitaba, me llegó un olor intenso, que más allá del olor sabía que le llenaría el alma de don Alonso de tristeza. Me desperté y seguí el singular olor me llevó al establo y para mi sorpresa los libros de don Alonso estaban siendo quemados.¡Soplé! y soplé tan fuerte como pude pero ningún libro logré rescatar.Desepcionado me fui al cuarto donde reposaba don Alonso el cual ya estaba despierto; se dirigió por casualidad al cuarto donde tenía sus libros de caballería , se sorprendió al no ver ninguno ni rastro de ellos. Su criada le dijo que el mismísimo diablo se los llevó pero su sobrina afirmo que fue un mago, un encantador que los desapareció y el también huyó. Yo sabía muy bien que todo aquello era una falsedad. Pero nada podría hacer para comentárselo a don Alonso. Luego pasaron unos nuevo o diez días, yo pensaba que hasta aquí habían llegado las aventuras, cuando una mañana salió don Alonso y buscó a un vecino de apariencia sencilla y al parecer falto de conocimiento era un humilde labrador llamado Sancho Panza , yo acompañé a don Alonso con la esperanza de que saliéramos de nuevo en busca de aventuras.Don Alonso le ofreció a Sancho una ínsula y ser gobernador de ella. Sancho sin saber mucho de la locura de su vecino aceptó ser escudero. Al principio me sentí un poco mal por que habían desplazado mi trabajo, pero luego entendí que nada mal haría a aquel loco hidalgo tener dos escuderos. Don Alonso le pidió que trajera siempre con sigo alforjas ,Sancho le preguntó a Don Alonso si podía llevar un asno para movilizarse pero don Alonso no le gustó mucho la idea así que dijo que apenas pudieran encontrar un mal caballero le quitarían su caballo y se lo daría a sancho. Pues se pusieron de acuerdo y un día en la madrugada salimos don Alonso ,nuestro nuevo acompañante Sancho , Rocinante y yo. Salimos si que nadie se diera cuenta. De camino Sancho le iba preguntando a don Alonso si todo lo que le había prometido se lo iría a dar y ¿como lo conseguirían? Seguimos, pues caminando hacia la aventura sin saber que nos iba a repara; llegamos a un campo de molinos de viento...
eran como treinta o cuarenta de ellos, yo me adelante para jugar un poco con ellos y con sus aspas. Pues por desgracia del pobre don Quijote (como lo llamaré de ahora en adelante) confundió a los molinos de viento con grandes gigantes, y sus aspas eran sus enormes brazos; mientras yo bailoteaba por ahí entre sus aspas, don Quijote tomo su lanza y le agitó las riendas de Rocinante y corrió con tal furia hacia los "gigantes" yo no me había percatado exactamente de lo que ocurría. Cuando oí un estruendo fue, don Quijote que había envestido el molino con tanta furia que al chocar con algo tan duro se callo de su caballo y rompió su espada. Corrió apresuradamente Sancho que ya le había advertido a don Quijote que no eran gigantes sino molinos y sus brazos eran realmente sus aspas. Sancho lo subió a rocinante que el pobre caballo también quedó adolorído. Tomó su espada rota y lo llevó a un bosque en el cual lo curó y ahí pasarían la noche don Quijote desastilló un gran árbol y con su rama la afilo tanto que cortaría como espada y la colocó en la base de su lanza. Después de que Sancho curó a don Quijote, durmió toda la noche, en cuanto a nuestro amigo don Quijote estaba en el suelo reposando pero tenía su mente perdida en el Toboso , especialmente en su adorada Dulcinea, mientras yo acompañaba al pobre rocinante y a la mula de Sancho; pobre rocinante resultó herido por falta mía de jugetear con los molinos igualmente para el pobre don Quijote que al ver agitarse las aspas creyó que eran gigantes. A la mañana siguiente salimos y por el camino nos encontramos con dos curas que venían en una carreta con una señora de alta sociedad sus criadas y un vizcaíno. Don quijote los confundió con despidables villanos, y dijo que nuestra más grande aventura se daría aquí. Don quijote derribó a los curas que confundió con ladrones que secuestraron a la dama , luego fue a la parte trasera de la carreta y le dijo a las damas que no temieran que él las defendería. Mientras tanto Sancho le quitaba las vestiduras a los cursa dos de los vizcaínos le pegaron fuertemente a Sancho por hacer tal cosas que no le era permitido, pero yo prefería cuidar a don Quijote, él les suplicaba a las damas que fueran al Toboso y le dijeran a Dulcinea el hecho heroico que había hecho de salvar a dichas doncellas; pero erróneamente un vizcaíno interrumpió y dijo hacia donde se dirigían las doncellas y quienes eran las que las llevaban; pues don Quijote no aguantó más y retó a dicho vizcaíno a el cual en dicha batalla lo hirió levemente cerca de la cara pero mi estimado señor lo envistió y lo tumbó al suelo que quedó casi inconsciente; se presentó don Quijote de nuevo ante las damas y les dijo que fueran al Toboso y le contaran a Dulcinea como las había rescatado, las pobres doncellas con gran temor asintieron con la cabeza se marcharon. Don Quijote al ver a sancho, lo trato de recuperar, se levantaron y montaron su mula y a Rocinante, mientras iban buscando una lugar para dormir el cual don Quijote esperaba un castillo, iban discutiendo sobre como veían las cosas, las reglas de un caballero, por que a veces no comían , en quien pensaban desconsoladamente por amor; don Quijote trataba de educar a la pobre cabeza vacía que tenía Sancho. Mientras yo agotado me movía lentamente a los pasos que llevaba la mula y Rocinante.

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