Estaba yo merodeando por ahí, en un lugar de la Mancha del cual no quiero ni siquiera recordar, en un pequeño pueblo me aventuré.Sentí curiosidad en meterme en una casita del pueblo de primera entrada me encontré con una jovencita reposando en un rincón, luego pase a la cocina una señora de aspecto sencillo hervía la sopa , a la cual le agité el fuego descuidadamente. Iba caminando hacia el interior de la casa cuando algo inusual atrajo mi atención un señor como de cincuenta años de edad, leía al parecer muy entusiasmado, me dispuse a hacerle unas cuantas bromas al señor que a mi primera impresión parecía ser un hidalgo apague la vela que utilizaba para leer e inmediatamente la volvió a encender, repetí esto durante un par de veces más lo cual me confirmó que el señor estaba totalmente entretenido en aquel libro desconocido. Al parecer decidió tomar un descanso , el cual me permitió tener una pequeña ojeada de aquel libro desconocido. Era un libro de caballería nada extraño que un hidalgo tuviera un par de ellos, pero luego aprecié una gran biblioteca a la par de aquel cuarto, soplé un poco para ver mejor; pero este señor no tenía un par ni tres; tenía un centenar de libros de caballería. Luego regresó y continuó leyendo aquel libro con aspecto llamativo. Me tomé el cuidado de visitar a este singular señor y las damas que en su casa vivían. Días , atardeceres, noches y madrugadas pasaron y este señor no dejaba de leer lo observaba y parecía que leía y leía los libros una y otra vez, hasta que un día corrió a su despacho y cogió una vieja armadura, la limpió y se la puso , vi a la dama que guisaba la sopa aquel día en la cocina , al parecer era su criada , y al tiempo supe que la jovencita era su sobrina; estas simpáticas señoritas corrían detras del señor hidalgo preocupadas como si fuera a hacer una locura. Luego se encerró en su establo con su caballo de apariencia sencilla con el cual conversaba sobre nombres para un corcel de un honrado caballero; al que finalmente lo llamó Rocinante. Luego dijo muy entuciasmadamente"¡ Partiré en busca de aventuras yo iré!"
con caras de angustias las dos damas lo despidieron y yo tomé valor de seguir a aquel loco hidalgo con el cual , al parecer , aventuras tendré. Murmuraba para si solo ,"debo de tener una doncella para ser un verdadero caballero andante". Y la llamó Dulcinea del Toboso; que al parecer era una señora del pueblo a la cual el hidalgo estimaba. Finalmente empecé a entender a aquel confundido señor el se estaba convirtiendo en un caballero andante y se nombró a sí mismo Don Quijote de la Mancha; aunque su verdadero nombre era Alonso Quijano. Salimos de aquel pueblo, y largos días pasaron yo acompañando a aquel señor solo por curiosidad, anduvimos sobre los pastos secos hasta que llegamos a una venta. Pero don Alonso la idealisaba en su apurada cabeza como un castillo entramos ahí y le ofrecieron un lugar de reposo pero , don Alonso decía cada disparate que a la gente le parecía gracioso y se burlaban de don Alonso; nuestro singular hidalgo quería ser nombrado caballero en aquel castillo en el interior de la capilla, pero los que estabamos en la venta no comprendíamos a la seriedad de don Alonso. hasta que un señor decidió nombrarlo caballero y llevó a don quijote a un pozo. Don Alonso con gran ilusión le preguntaba al hombre si había hecho estas ceremonias anteriormente, el con gran confusión respondió que sí ; hizo que don Alonso velara toda la noche su armadura y luego él , en una capilla imaginaria para aquel noble hombre y para mi , pero no para don Alonso, lo que ocurría era un acto solemne en la historia de un caballero , así que lo tomaba con seriedad. El buen hombre con gran satisfacción dejo ir a don Alonso y sin cobrarle moneda alguna por la estadía en la venta.

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