domingo, 4 de septiembre de 2011

Capítulos del 43 al 45

Siguió mi señor con la Buena intención de darle a Sancho los mejores consejos para su beneficio. Pero estos consejos era sobre el cuido personal, mantener las uñas cortas, vestirse bien, cabalgar de la manera apropiada, no erutar, hablar adecuadamente, fue en este punto cuando nuevamente llegó la Discordia sobre los refranes de Sancho, el uso excesivo que hacía de ellos. Don Quijote le hablaba de todo esto y fue al finalizar que Sancho le dijo que realmente no se acordaba de ninguno de los consejos mencionados anteriormente, y que en este caso sería mejor que se los escribiese, y alguno de sus acompañantes del gobierno se lo leería ya que él no sabía leer; lo que preocupó seriamente a don Quijote, en unas idas y venidas de refranes y pleitos llegaron don Quijote y Sancho a la conclusión de que ya era hora de bajar a comer , seguramente ya esperaban por ellos. Comimos esa noche una cena de gran gusto, descansando como nunca en nuestro aposento justo. Al día siguiente Sancho, don Quijote y yo quedamos sorprendidos del parecido entre un moso del duque que tenía gran parecido con la Trifaldi, pero en fin, en la partida de Sancho lo acompañamos todo el camino hasta su nueva ínsula. Pero una vez de regreso en el palacio mi señor don Quijote sentía la soledad la ausencia de su fiel escudero. La duquesa preocupada por lo decaído que estaba mi señor, le ofreció mil favores a los que mi señor dijo siempre no, sin ánimo de bajar a cenar en el aposento se encerró mi señor don Quijote, y fue pronto que el calor lo atormentó por lo que abrió la ventana y escucho voces que venían de abajo del balcón, y fue cunado don Quijote escuchó a una joven de nombre Altizidora cantar con una dulce voz y en compañía de un arpa sobre el amor por el ilustre caballero que entregó su corazón a la afortunada Dulcinea del Toboso, después de finalizado el canto don Quijote reflexionó, y antes de que cerrar la ventan por una hendija me escapé y a Sancho a esas alturas de la noche visité. A la mañana que llegué al tierra de Sancho parecía que venían saliendo de la iglesia, y al juzgado se dirigieron en el cual al parecer Sancho hacía muy bien su trabajo ya que había resuelto tres juicios rápidamente, el de un labrador y un sastre, el de dos ancianos y una pareja. A mi parecer todas las decisiones de Sancho fueron bien acertadas, y espero que en un futuro siga siendo un buen gobernador.

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