lunes, 28 de marzo de 2011
Capítulos del 28-30
Cuando finalmente estuvimos con Sancho, que se mostraba dolorido y casi sin poder caminar se acercó más a mi señor don Quijote. Hubo un momento de silencio, un tipo de paz armada , por fuera se podía oír el estallido de furia de Sancho y de don Quijote. De repente el silencio dejó de callar y salió la enfadad voz de don Quijote y le reclamó a Sancho y más que un reclamo fue un regaño de su ocurrencia de rebuznar; por que era de suponerse que los haría enfadar, más bien merecido se tuvo Sancho la golpiza, quizá sería la forma de que de una vez entendiera y aprendiera a comportarse con cautela. En realidad ese fue mi primer penzamineto pero luego al ver caminar dolorido al pobre Sancho, me compadecí y su cara refresqué con una leve ráfaga chasquido. El se quejó y dijo que don Quijote no lo defendió como el esperaba..En mi opinión don Quijote no tenía deber en hacer lo que Sancho le demandaba más bien Sancho era el que a su amo debía defender a capa y espada. Seguimos el camino largo y callado, se oían de lejos las voces sin saber de donde venían. Cuando en eso la incómoda vos de Sancho se pronunció y le dijo a mi señor don Quijote que ya no le interesaba ser más su escudero, que Don Quijote no le había pagado lo prometido hace mucho tiempo atrás, y que ni siquiera, el intento de gobernar un ínsula se había acercado. Don Quijote se molestó por los reclamos de Sancho, lo trató de muy mala forma, al igual como Sancho le había reclamado a don Quijote, luego don Quijote hizo reflexionar a Sancho y le dijo que él aún no era dueño de una ínsula por que todavía no habían tenido la oportunidad de negociar una ínsula, Sancho se convenció fácilmente de esto y cuando me di cuenta le rogaba a don Quijote que lo disculpara por haber dicho cosas erróneas, don Quijote lo perdonó y seguimos nuestro caminos, mientras el sol caía detrás de la colina. Habiendo pasado la noche y al día siguiente muy de mañana salimos con gran entusiasmo y alegría, íbamos de camino cuando a lo lejos vimos en una pequeña ribera, un bote, sin remos, me llamo muchísimo la atención y después de un rato me pregunté ¿Porqué me llamaría la atención un bote cualquiera en una ribera, sin remos y sin marinero? Cuando volví en el presente, de nuevo en lo que pasaba para mi sorpresa a mi señor don Quijote también se sintió atraído por el barco. Le demandó a Sancho que fueran cerca del boto, estando ahí le ordenó que atara al rucio y a Rocinante. Sancho lo hizo sin tener noción de lo que don Quijote quería, cuando lo vio subirse al bote. Sancho le preguntó que era lo que pretendía más le ordeno de nuevo atar bien a las bestias y subirse al bote. Sancho así lo hizo y desatando el bote se subió y triste se quedó por la cara de congoja y desilusión con la que quedaron los dos animales. Me subí al barco y empezamos a andar muy lento, pero al parecer a don Quijote le parecía que íbamos muy rápido, a la lejanía dijo que veía un castillo, una aldea y personas por doquier. No se veía nada más a la distancia que un molino con dos o tres trabajadores. Nos acercamos al molino y don Quijote se puso a pelear con uno de los trabajadores se puso a gritar. Nos advertían que el curso del río inadecuado seguía más don Quijote no aceptó el consejo y a por partes del molino pasamos y en una de tantas del bote al agua caímos. Don Quijote intentó nadar más por la armadura pesada que andaba al fondo del río casi va a dar. Los trabajadores del molino nos vinieron a ayudar , sacaron a Sancho y a don Quijote y yo con mucho esfuerzo del agua logré salir. Don Quijote le ordenó a Sancho que les pagara el bote, al hacerlo Sancho don Quijote volvió a mencionar el castillo, el pueblo y las personas por lo que los molineros les dieron por locos a ese para, volvimos a la ribera, desatamos a Rocinante y al rucio y el camino dispuestos volvimos a tomar. Descansamos ese día y unos dias después nos encontrábamos en una selva hermosa a la lejanía vimos unas personas, y mi señor don Quijote que tiene ojos de águila vio a tal lejanía un bella señora y sorprendido por su largo cabello oscuro suave como seda caída larga hasta su pequeña cintura le pidió a Sancho que fuera y le dijera que los servicios del caballero de los leones estaban dispuestos para cuando lo necesitara la fermosísima señora. Así lo hizo Sancho y al oír el nombre del caballero de los leones la dama preguntó que si era el mismo que era conocido como el de la triste figura. Sancho le confirmo esto luego ella preguntó que si este señor era el que tenía un libro llamado el Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha Sancho le contestó que ella tenía la razón , por lo que la fermosísima dama le mando a Sancho llamar a Don Quijote. En lo que Sancho iba yo me quedé con la fermosas dama, la cual resultó ser duquesa por que llamó a su esposo el duque para que viniese a conocer al famoso don Quijote de la Mancha; ambos conocías del libro de don Quijote y que aseguraba su falta de juicio, más se dispusieron de seguirle la corriente a mi señor ya que ambos duques disfrutaban y conocían de las historias de la caballería. Llegó don Quijote y tuvo un pequeño inconveniente al caerse de la montura de Rocinante, levantose y saludó a los duques y se quedó maravillado por los hermosos ojos color verde ,pero no era un verde cualquiera, si no era u verde de tono oscuro como nunca don Quijote había visto. El duque nos invitó a pasar a un palacio que tenían en el campo, y mi señor don Quijote no se negó y seguimos a los duques cada quien en su caballo y Sancho en Rucio su asno. Algo muy peculiar de este encuentro fue que para mi sorpresa la duquesa se complacía de la compañía de Sancho y gustaba de sus comentarios, que para mi no eran mas que palabras vacías, pero en fin la duquesa le agradaba los comentarios de Sancho. Proseguimos el camino ... hacia el palacio de los duques...
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