jueves, 3 de marzo de 2011
Capítulos del 24 al 27
Habiendo don Quijote terminado de contar con elegancia y puntualidad sobre nuestra asombrosa aventura en la cueva de Montesinos para mi sorpresa el boca floja de Sancho no soltó ninguna de sus palabra erronias sobre los argumentos verdaderos de Don Quijote, pues esta vez los viví...En eso el primo le dio las gracias a don Quijote por haberle permitido expandir su conocimiento; Sobre lo que vimos en la cueva, las actitudes, descubrir lo que había en fin estaba más que agradecido, complacido y satisfecho de haber conocido a mi singular don Quijote. En eso pasó un joven con unas lanzas, armas y en fin cosas que llamaron nuestra atención don Quijote le ordenó que se detuviese pero este iba con mucha prisa, y le ofreció a don Quijote que nos reuniéramos en la venta cercana a donde el primo había propuesto anteriormente que pasáramos la noche. Don Quijote curioso como siempre quiso que nos quedásemos ahí. Llegando al lugar nos encontramos con este joven, apuesto y que iba a luchar en la guerra según lo que le dijo a don Quijote cuando este le preguntó su rumbo. Don Quijote le dio tan buenos consejos y admiraciones por su valentía a este joven que todos quedamos boca abiertos, pero Sancho tuvo que abrir esa boca descontrolada que se tiene y dijo Que como mi señor don Quijote hace para presenciar y creer tantas " locuras" y dar tan buenos y valiosos consejos como este. En lo personal los comentarios de Sancho me suelen molestar constantemente pero esta vez debía hacer algo al respecto... Así que agitándome un poco levanté el polvo de la árida tierra y llevándolo a los ojos de Sancho , le causé molestia de esta manera lo reprendí... Don Quijote le ofreció al joven guerrero de que cenara con nosotros a lo cual accedió. Llevaron a Rocinante a un buen establo y preguntando don Quijote por el hombre que iba cargado de lanzas nos adentramos en la pintoresca venta en busca de una nueva historia que será inspiradora de aventura...Persiguióle don Quijote hasta los establos de su caballo y le rogó que le contase la historia del por que de sus lanzas. El hombre de las lanzas le pidio un poco de paciencia y le dijo que aguardase a que le diera posada a su caballo, don Quijote con tal de apresura al hombre a contar su historia le ayudo a colocar a su caballo. Sentose el de la lanzas rodeado por el ventero, el caminante de la guerra, Sancho, Don Quijote, el primo y mi presencia; y nos contó que hace un tiempo atrás a un hombre de carácter honrado se le perdió su asno, este señor fue al monte a buscarlo cuando lo logró ver el asno se alejaba más , hasta que se dio cuenta de que no lo podría alcanzar. Fue y le contó a su compadre de lo sucedido con el asno, Su compadre de muy buena fe, le ofreció su ayuda y le dijo que volviesen al monte para intentar atrapar al asno. Así lo hicieron fueron al monte y le propuso su compadre que hiciesen el rebuzno que hace el asno y que si alguno de los dos lo oyera tratara de aproximársele para poder capturarlo. Lo intentaron mas algo curioso sucedió, los dos hicieron el sonido del asno al mismo tiempo, al tratar de encontrarlo se encontraron a ellos mismos. Luego cambiaron la técnica por el sonido de dos rebuznos y lo así lo hicieron, más cuando caminaron, después de un tiempo no fue sino que se encontraron con el asno, mas este estaba muerto. Al volver a su aldea, a sus casas contaronles la historia de los rebuznos para encontrar al asno; la historia se expandió a aldeas vecinas, las cuales empezaron a hacer burla, mofa de lo ocurrido en el monte, es por eso que entre los pueblitos vecinos se dan algunas luchas, pleitos o pequeñas guerras como lo quieran llamar, y he aquí donde viene nuestro hombre de las armas, el se estaba preparando por que según su conocimiento una guerra se aproximaba... Terminó de contar tan entretenida historia, que en eso entró un hombre que saludó al ventero y le preguntó que si tenía campo en su venta, el ventero de muy buena gana le abrió y las puertas a la venta y le dijo de que siempre tendría campo para el y su mono. Don Quijote al oir esto se interesó y pregunto que de que mono se trataba. El ventero le contesto que el mono era un tipo de adivino, le explicó a don Quijote que sabía cosas del pasado y del presenta, mas no del futuro. Entró el hombre del mono el cual se llamaba Pedro. Llegó Sancho sacó dos reales y le hizo la primer pregunta al mono. Sancho le preguntó que hacía su esposas en ese momento. El mono se subió al hombro de Pedro y después de un rato Pedro se arrodilló frente a don Quijote y dijo que no podía creer que estaba ante el maravilloso Don Quijote de la Mancha.Don Quijote se sintió halagado y luego Pedro el del mono le dijo a Sancho lo que hacía su mujer. Pedro el del mono, estaba tan honrado de conocer a Don Quijote que le dijo al ventero que armaría el entablado y daría una función. El primo preguntó que clase de funciones daba mas el ventero respondió que era una muy buena de títeres y marionetas. Todos había quedado sorprendidos por el asocie que hizo el mono y Pedro con Don Quijote y estaban ansiosos por ver la función. Don Quijote llamó a Sancho a una esquina y yo me fui enseguida, don Quijote sospechaba de que el tal don Pedro tuviera algo relacionado con el Demonio o su mono. A don Quijote no le daba muy buena espina y llegó luego Pedro y Sancho el indiscreto le quiso preguntar al mono de que si lo sucedido en Montesinos fue verdad o mentira, Sancho y sus preguntas fuera de lugar, Si fue verdadero todo lo fue, pues mejor de que el tal mono se lo confirmara al incrédulo de Sancho. Pedro el del mono dijo que el mono podría contestar eso hasta el lunes que mejor se dispusieran a disfrutar de la función , así lo hicimos sentados en primera fila nos dispusimos a observarla... empezó un joven a contar la historia sobre Melisenda , si asi no mal recuerdo que era de lo que trataba la historia, por que la verdad como eh dicho las historias me suelen aburrir mas esta como era con sus marionetas era aún más entretenida, empezó un joven que al parecer acompañaba a Pedro y contó el inicio de la historia, en eso transcurrió un buen rato, la historia sonaba emocionante pero en un momento mencionó este tal contador algo la verdad no preciso que con exactitud mas no fue del agrado de don Quijote. Se levantó mi señor desenvainó su espada y se puso furioso y a acuchilladas le dió a todos los muñecos que estaban en el retablo casi le corta la cabeza al señor Pedro. Don Quijote se había enfurecido por algo que dijeron erróneo en contra de la caballería y esto causo su enojo. Después de un rato de su ira, Pedro hizo entrar en razón a don Quijote y le dijo de que esto era no mas de entretenimiento. Don Quijote apenado y Sancho muy avergonzado le pagaron a Pedro lo merecido y más por cada títere destrozado. El mono en el acto de don Quijote salió corriendo por los tejados.Intenté perseguir al mono por un momento pero fue difícil. Esa noche comimos todos y al quedar Satisfecho nos fuimos a dormir. A media noche me inquieté y desperté para ver como partía el tal Pedro. En la mañana siguiente nos despedimos del joven que iba para la guerra; y en lo que a nosotros concierne le pagamos al señor de la renta por nuestra estadía y como a las ocho y un cuarto de la mañana salimos de aquella venta. Ibamos de camino cuando me puse a recordar que de aquel hombre del mono yo ya había oído hablar el rumor corría que antes de el entrar al pueblo, los rumores de los habitantes se ponía al día a escuchar,y haciendo la seña al mono de que se subiese a su espalda parecía que le decía algo mas no le decía nada y de esta manera se ganaba la vida el señor Pedro. Pasamos tres días andando y caminando, al tercero nos encontramos con un grupo de gente que tenía en una pancarta un lema relacionado con los hombres que rebuznan, Don Quijote se le acercó diciendo que el conocía de su historia y todos prestándole atención a don Quijote estaban. Don Quijote les dijo que debían dejar el rencor y no luchar por esto. En eso la boca floja de Sancho se puso a hablar y dijo de que hasta él podía imitar a un asno, y haciendo el sonido de un asno los que listos para luchar estaban creyeron que de ellos se burlaban y uno con un buen palo le dio y tumbole en en suelo. Don Quijote montó a Rocinante y corrió al igual que yo. Después de un rato vimos a Sancho aproximarse por lo que deducimos que le habían soltado los del rebuzno. Más tarde nos dimos cuenta de que sus contrincantes nunca llegaron y los que defendían a los que rebuznaban había celebrado. Nosotros tres decidimos proseguir en busca de nuevas aventuras aguardando el porvenir.
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